Ayer, después de mucho tiempo
me perdí a soñarte.
Cuando acariciaba tu cuerpo ido
pasos en la puerta me alejaron de ti.
Mis piernas desnudas no entienden
que tus pasos sin norte
están lejos, del sur de nuestro amor.
Enojado, entre llanto pedí a mis manos
que aten a mis piernas con cadenas,
y que las coloquen en el camino del olvido.
Mi boca quiso gritar pidiendo tu ayuda
y en el intento, se ahogó en besos sin color.
Mis ojos me miran sin entenderme,
a ellos cegué, puse una venda a su mirar,
cansados de pestañear se hicieron sueño.
Ciego y mudo me arrastré hasta mi corazón,
pude sentir a mi alma niña
que sigue dormida en su dolor.
Y quise arrancarte,
de aquel, que por ti sigue latiendo,
desangrar tu amor de nuestra vida.
Pero él no quiso,
no quiere darse por vencido.
Entonces ahí pude darme cuenta.
Él me hizo abrir los ojos que estaban dormidos.
No necesito piernas para vivir,
si sus pasos no me llevan hasta ti.
Si mis manos no pueden tocarte,
las dejaré volar sin abrazos.
Si mis labios se secan,
porque no tienen tus besos,
los dejaré morir.
A mi alma, prefiero no despertarla
le daré más tiempo para que sane.
Pero si no tengo un corazón,
la vida, no vale nada.
Así que solo puedo ofrecértelo,
a este, mi solitario corazón,
es lo único que tengo, es tuyo
de su nido en mi pecho, lo destierro
solo, si me dejas amarte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Solo quiero decirte, gracias.