miércoles, 9 de noviembre de 2016

En un camino sin pulso

No imagino dónde estoy, solo puedo pensar que tal vez camino en mis pasos, y mis zapatos marcan la ruta a seguir en este camino.
Tengo la cara como recién afeitada, pintada con blanco tiza, igual que la cara de un payaso sin alegría. Mis manos están tristes y las uñas cortas, mi pelo se siente pegajoso, traigo puesto un traje negro y una corbata que no hace juego.
Mi cuerpo se siente de invierno, pero no veo caminar ni un solo quejido del viento, ni siquiera a él tengo de compañía. Tampoco veo el sol, cómo me gustaría sentir un poco de su aliento, sentir un minúsculo reflejo de su calor, mirarlo, aunque eso cegué mis ojos.
No tengo noción del tiempo, y la verdad me tiene sin cuidado. Por muchos años luché para conseguir mis metas, y sin embargo en el camino, amputé tantos sueños simples sin darme cuenta.
La soledad es un sentimiento negro, compañero fiel pero amargo, y estar en sus brazos es morir minuto a minuto, escuchando un astillado reloj de recuerdos.

Siento un llorar sin ojos, de aquellos que dicen que me quieren, aunque sus palabras siempre fueron mudas, y los besos que alguna vez pujaron por mi cara, falsos labios sin sangre.
No quiero estar solo, quiero poder tocar la piel de una mano, pero que no se sienta arrugada y fría como la mía.
Que vacío siento el pecho, un corazón cansado que no late, y dos pulmones agrietados que ya no respiran.
Pero sigo solo por este camino, el silencio que me invade, es un nido muerto en mi cuerpo, y mis párpados son igual que dos pedazos de piedra.
Cuantas veces en la vida sufrimos, a causa de la indecisión a la hora de elegir un camino, si voy por este o sigo por aquel, sin saber si el camino es verdadero.
La necesidad de ser alguien, nos arrastra en un mundo de interrogantes, deseos y mentiras, donde ya nadie aprieta tu mano al saludar, y la vida no tiene valor.
Pero no me siento triste, porque también caminé por el camino de la alegría. En él descubrí que abrir el corazón no te lastima, que la risa es una necesidad contagiosa. Que la carcajada puede hacerte doler las costillas, pero también te deja ser libre a sentir. Aquel que no conoce el camino de la alegría, sus pasos fueron inválidos en la vida.
Cuantas veces lloramos de risa, no me acuerdo que se siente ahora, mis lágrimas se secaron en el árbol de mis ojos.
Amor, en ese camino si supe caminar, y tropecé muchas veces, no voy a mentir, es que mi inocente corazón, se tapaba los oídos cuando le decía, no te enamores, nos van a lastimar.
Es que cuando se ama se desdibuja el cuerpo, es igual que un títere libre sin control, es como dejar volar libre todas las sensaciones, más que mariposas en el estómago.
La esperanza es un camino que nunca de debe perder, más allá de caídas y tropiezos, no hay que dejarse ver vencido, ni que los buitres hagan de ti carroña.
Son muchos los caminos a recorrer, y depende de cada uno elegir en cual pisar. Pero, también está el camino de la muerte, donde daremos los últimos pasos, y a ella iremos descalzos, desnudos, igual al día en que nacimos.
Sí, por qué no hablar de ese camino, si la muerte es parte de la vida, y no hay que temerle. Solo sabemos el día a nacer, sin embargo vivimos constantemente con el temor de pensar ¿Cuándo voy a morir?
Se piensa tanto en la muerte, que el disfrute de vivir se marchita volando.
No hay que llorar la muerte, hay que reír en la vida, caminar cada mañana y soñar todas las noches.
Pero estoy cansado de tanto caminar, mis talones perdieron su huella, cada paso un fin, y el frío que siento deja cicatrices en este cuerpo encajonado.
No quiero ser egoísta con mi vida, di todo lo que pude y recibí más de lo que merecía, y en el mar del amor, fui un capitán sin timón.
Si mi existencia fue capaz de arrancar una sonrisa, o si mis besos lograron dejar parte del sabor de mi ser, pisar el mundo habrá valido la pena.
Después de todo, solo tenemos una vida, y la mía me pertenece, es por eso que solo yo decido en qué camino seguir.
A lo lejos veo una vieja sombra, sentada en un tronco de huesos.
¡Espero no haberte hecho esperar mucho! Le dije mientras reía, bueno, apenas una vida.

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